viernes, 2 de octubre de 2009

Cansada, pero sin rendirme....

Sí, cansada.
Cansada de discutir, de defender mis ideas, mis sueños, mis ambiciones, mis deseos....
Pero no me rindo. No pienso rendirme. A pesar de las lágrimas que pueda dejar caer. A pesar de las discusiones, los sufrimientos, los berrinches....
En un momento de mi vida decidí cambiar el rumbo. Y no lo tuve nada fácil.
Enfrentarme a todos los que me rodeaban porque no entendían mi decisión. Aún así seguí adelante.
Después de un año, me doy cuenta que hay cosas que todavía no han comprendido.
Sí, trabajo de lunes a domingo. No disfruto de mis hijas durante los fines de semana que me tocan.
Pero estoy con ellas a diario.
Las recojo del colegio puntualmente todos los días a las 16'30H. Las doy su merienda. Las obligo a hacer sus tareas. Las ducho, las doy la cena, y las llevo a la cama. Para el que tenga hijos sabe sobradamente lo que todo eso significa.
Y no tengo a nadie que me haga la cena mientras ellas están en el baño.
O que las revise los deberes mientras pongo lavadoras o recojo la casa.
Y así día tras día. Tarea que hago con gusto, y con la que me siento satisfecha cuando antes de acostarme las observo como duermen calentitas en sus respectivas camas.
Vale que no puedo permitirme darlas caprichos. O largarme con ellas de vacaciones a la playa.
Pero no las falta ni comida, ni ropa, ni libros.
Cierto es que mi familia me ayuda muchísimo a ello.
Pero ahora me llegan muchos gastos, como los libros, seguro de coche, etc... Y eso sale de mi bolsillo. De currar de lunes a viernes por las mañanas, aunque tengan que bajarse en autobús con otra madre al colegio. De currar los sábados hasta casi las diez de la noche y los domingos hasta las tres de la tarde. De currar el poco tiempo libre que me queda a diario para llevarme una comisión que pueda ayudarme en algo más.
Y no, yo no tengo la suerte de tener una casita en la playa, o un chalecito en el pueblo de los abuelos para llevarlas los fines de semana y vacaciones. Pero eso no hace que las quiera más o menos.
Solo pido un deseo. No equivocarme en su educación. Y si me equivoco, habrá sido culpa mía. Solo mía.
No quiero que mis hijas tengan que estar en boca de nadie por el hecho de que sean "hijas de padres separados".
No quiero que crezcan con la idea de que tienen que esforzarse el doble para ser unas niñas "normales".
Quiero que crezcan con sus ilusiones, que aprendan de sus errores y que se reconozcan a ellas mismas sus méritos.
No quiero que tengan que decir algún día: "A mi me costó más porque mis padres se separaron"
Quiero que digan: "Esto lo he conseguido por mi esfuerzo"
Y sí, puedo estar cansada... pero jamás rendida.....